No sé si os habrá pasado. El caso es que la forma de comenzar nuestros correos, reuniones virtuales, nuestras comunicaciones, se ha vuelto diferente; el formalismo ya no es un mero formalismo, pues se abren preguntas relativas a la salud propia y ajena y al contexto incierto y complejo que tratamos de manejar como podemos.

Son preguntas que importan y sus respuestas importan. Aunque las resolvamos rápido y de forma convencional, en nuestra cabeza sentimos el fondo de la respuesta. A veces, ese “fondo” salta a la conversación y nos hablamos. Se da una nueva cercanía.

También hay que ser operativos, ágiles, estratégicos. Hemos establecido un nuevo eje en la forma de gestionar basado en conciliar (otro término de una nueva complejidad) lo inmediato con lo estratégico. La forma en la que abordamos esta necesidad de rehacer y reimaginar también se plasma en lo que decimos y cómo lo decimos. Las organizaciones y sus personas, siguiendo la Teoría U, tenemos tres opciones:

  1. “Salimos del paso”, descargamos y comunicamos una imagen de normalidad, sigo con lo mío, vendamos, digamos. Nos descargamos de la realidad.
  2. O bien, puede que nos “apartemos”. Algunas de las opiniones del management, de la sociedad civil y política se autoexcluyen del contexto. Lo observan apuntando a “otros” como responsables de lo incierto del actual y próximo escenario. El cambio está pero lo hacen ausente.
  3. Podemos “avanzar juntos”. Estamos ante un reto. Ante EL RETO. La realidad nos pide hacernos presentes. Veo a mis compañeros/as y a nuestros clientes asumiendo nuevos roles, adaptándose a las medidas, revelando cualidades y gestionando la adversidad. Veo a nuestras familias actuando desde el presente, día a día, sin perder consciencia de la incertidumbre que debemos abordar. Tenemos que aprender del futuro.
  4. Y entre los huecos de las palabras dichas y escritas, de las emociones contenidas en nuestras conversaciones y de la capacidad para gestionar esta complejidad emergente, hay algo que me viene a la cabeza recurrentemente: Arena deslizándose entre los dedos, en la playa. El olor a sal.

 

Entre los dedos, disculpad la metáfora, esa arena es la proximidad. De todo esto, las personas, en todas las facetas de nuestra vida (y el trabajo está en la vida) vamos a tener que cuidar nuestra proximidad (aprendiendo a manejarnos en la tecnología, respetando nuevas normas, escuchando con profundidad) sintiéndola entre nuestros dedos. Si queremos que la distancia sea el significado que nos maneje: estoy aislado, me conecto a distancia, me formo a distancia… obtendremos distancia. Ahora bien, si queremos esta proximidad, (manejo la tecnología, escucho, soy consciente de mis conversaciones…), nos encontraremos con esta nueva forma de vivirla.

 

Salud, fuerza y proximidad.

Álvaro Sabas, C2B Talent